La vida hay que celebrarla siempre, y abrazarla.
Incluso cuando la parca nos guiñe un ojo y nos lleve pa’l otro lado.
Las penas, también hay que llorarlas, pero como quien se deja inundar entera por la lluvia para después sentirse nueva, purificada.
No me gusta la cultura de la muerte del «se acabó y ya no volverá». Así que yo voy a celebrar tu vida mil veces, porque te lo mereces, porque siempre estás, que esto no es más que un pasito que das de más cogiendo carrerilla y esperándonos en lo que llaman el más allá, o donde sea, pero seguro que bonito y lleno de magia. Gracias por tanto, por darnos tanto, por ayudarme a ser quien soy. Éste es un pequeño regalo que te hago apenas para intentar compensar todo el amor que me has dado, por toda la sabiduría y sobre todo, por toda la espiritualidad y la magia que siempre nos ha rodeado. Te re-quiero.