(A mí Andrés Suarez me llena el alma de cosas bonitas, siempre.)
Hola queridxs, qué perdida he estado, que poco me he acordado de mi blog. Qué manía de desaparecer cuando recomienzo mi escritura… no puede ser.
He estado escondida, entre la rutina, los quehaceres, las obligaciones ajenas y propias. Y además he estado un poco perdida de mí misma, me he desaparecido un poco. He pasado por otra de mis «épocas glaciares», como las llamo yo. Que son épocas en las que me autodestruyo a base de golpes y congelaciones mentales que de poco ayudan, pero que en ocasiones me resultan inevitables, qué se yo, como si necesitara hacerme daño por algo externo que hace que me olvide de mí misma, y mire más lo que me rodea.
Sin embargo, después de estas épocas duras y frías, a veces salen pensamientos bonitos o, al menos, que den lugar a la reflexión. En este caso estaba especialmente preocupada por mi vida fuera de mis obligaciones. En ocasiones he sentido que me diluyo demasiado en mi rutina y la de aquellos que me rodean y he perdido parte de esa fuerza que me lleva a querer cambiar el mundo o al menos la parte que me corresponda. Digamos que la rutina me ha ahogado y en ese momento he decidido echarme la culpa a mí y a mis carencias en lugar de luchar contra ello y reevaluar mi tiempo y mis fuerzas.
Porque la vida a veces es injusta, caprichosa, y su amante el tiempo la acompaña en dichos caprichos, y se nos complican las cosas y nos llenamos de rutina y de cosas que siempre están pendientes, y nos aleja de aquello que nos llena el alma. O nos diluye, y aquí es donde reside una fortaleza que es necesaria. No perdernos nunca, por mucho que la rutina queme. Nadie, nadie, puede hacer una lucha hundido en la rutina, buscar aquello que nos hace vibrar se convierte en nuestro mejor escudo. Las pasiones nos protegen de la rutina, (y soy consciente de que la rutina también protege, pero quema). Leyendo a Bauman se hace más patente esta realidad, la seguridad es imprescindible, pero se hace insignificante si abandonamos por ella la libertad, y una libertad no entendida como capacidad de acceso a supermercados, bares, fiestas o lugares de ocio (no el concepto de libertad negativa), me refiero a otra libertad, la libertad de romper en un momento dado con nuestro día a día y dar un salto cualitativo hacia lo inesperado. Ahí es donde encontramos la capacidad de alcanzar la Utopía y reencontrarnos con el revolucionario que llevamos dentro. Nos salva nuestra pasión.
La búsqueda de una pasión y su lucha por conseguirla y mantenerla debe ser una constante, y necesita reevaluación continua. Que no haga equilibrios sobre la vida de nadie más. Que seas tú quien conquiste tu propia vida y tu sueño. A fin de cuentas, la vida debería ser eso. ¿No? ^^ .
Ya lo decía Jack Kerouak:
«La única gente que me interesa es la que está loca, la gente que está loca por vivir, loca por hablar, loca por salvarse, con ganas de todo al mismo tiempo, la gente que nunca bosteza ni habla de lugares comunes, sino que arde, arde como fabulosos cohetes amarillos explotando igual que arañas entre las estrellas».